Deja que esta noche sea especial.

07 marzo 2012



Tom, miraba a Maureen a escasos centímetros de él. La habitación mostraba sólo la luz de la lampara de la mesita de noche de color amarillento que favorecía al rubio de su cabello recientemente cortado. Durante muchos años ella lo había llevado muy largo. 

En un momento de rebeldía por parte de Tom, él había regresado a Mancher mucho antes de lo anticipado. No soportaba la angustia de guardarse en silencio durante todo su viaje el haberse ido molesto con Maureen y el único que creyó sería su apoyo, Bill, sólo lo miraba sin decirle nada, mientras su cabeza era un completo lío. Hagen por su parte trataba de marcar límites severos entre la vida de la banda y la personal entre Tom y Maureen, su melliza, lo que le dificultaba muchas veces el poder estar con Hagen y solicitar ayuda en ese tipo de cuestiones aunque de todos maneras Hagen amablemente se la negaba de todo corazón. 

Al llegar, su sorpresa al entrar a su casa para botar la maleta y salir corriendo al penthouse de Maureen, fue que ella ya estuviera ahí, en la mesa recostada sobre su brazo derecho a manera de almohada, perdida en sueños y con la respiración tranquila a pesar de estar en una posición relativamente incomoda. 

Se acercó con miedo y en silencio. Empezó a creer que esa situación de disgustos continuos por causas derivadas de los mil y un inventos que se tenía que achacar para conservar su imagen dentro de la banda, ya le estaba provocando alucinaciones y de las raras, pues, si todo en ella encajaba aquel cabello no. Era corto.  

Su sigilo fue aumentado mientras llegaba a ella y al aspirar en el ambiente su aroma no le quedó ninguna duda. 

-Qué has echo niña bonita.

Recitó Tom muy bajito colocándose acuclillas y pasando un mechón del ahora corto cabello de Maureen detrás de su oreja y ella ni se inmutó. Tom suspiró.

Sin fuerza a nada se colocó frente a ella del otro lado de la mesita mirando con la media luz cada uno de sus rasgos ya memorizados en su interior, que no por eso no se embelesaba cada que en secreto podía observarla de esa forma. Cada que cerraba los ojos y contenía la respiración para esperar a que en cuestión de segundos su mente le dibujara el mayor y más perfecto rostro que él nunca hubiese visto, detrás del colorido rojo intenso que al cerrar sus párpados se desbordaba, entre el mar de aquellos puntos de color negro, entre ellos, el rostro de Maureen siempre sobresalía.

-¿Sabes que te quiero? Sí, claro que lo sabes -comenzó un dialogo en voz baja- pero lo que no sabes es que ya no lo hago. Eso quedó en el pasado, no sé exactamente cuándo ni pretendo sacar cuentas lo único que disfruto saber es que ahora te amo y si cada vez que salgo de este lugar enojado tengo que regresar a media gira para encontrarme con la sorpresa de que aquí estarás. Lo haré. 

Tom se quedó callado un segundo muy analítico. 

-Desde hace cuánto tiempo llevas viniendo aquí sin yo saberlo. Es mi casa Maureen. ¿Pasas noches completas aquí sin mí mientras no estoy? Niña bonita.

Tom suspiro al caer en la cuenta que todo lo que había dicho y que seguramente no tendría el valor de volver a repetirlo, peor aún que Maureen no había sido consiente de que Tom confesaba en voz alta sus sentimientos. Menudo lío. Deseaba con locura pasear sus manos por lo largo de sus brazos, detenerse en sus hombros y juguetear en el caminito de su clavícula hasta su mentón para arribar a sus labios y traerla a él para besarla. Y todo eso lo sentía tan fuerte en las palmas de sus manos como si lo estuviera llevando a cabo. La sensación estaba ahí. 

Para su suerte, pensó él, Maureen comenzaba a despertar acariciando su brazo recorriendo el camino que él hubiera hecho en ella y aunque lo más probable era que la causa fuera por el frío que comenzaba a hacer más que el deseo mental de aquella acción. Tom se levantó de su silla al mismo tiempo que se despojaba de su chamarra, llegaba a Maureen para colocarla sobre ella y pensó una mejor idea.

La tomó en brazos para llevarla en vilo a su habitación. Maureen tardó en reaccionar entre los sueños y el momento, una vez que estuvo sobre la cama de Tom.  

-¡Oh por Dios! -reaccionando por completo miró a Tom sin creerlo por completo- yo… yo no debería estar aquí. Vine porque… porque… 

Tom no dejaba de sonreír por los nervios de Maureen.  

-¡Shhhhh! -exclamó y posó sus labios sobre los de ella sin moverse. Ninguno de los dos lo hizo durante varios segundos, Tom espero paciente a que Maureen reaccionara por completo, fue hasta que un brillo apareció en sus pupilas dilatadas por la oscuridad y que su labio inferior temblara ligeramente que suavemente lo sostuvo entre los suyos- Deja que esta noche sea especial.

2 comentarios

  1. Awwwwwww! Qué bonito! ¡Me encantó! :D

    Esa Moo... ¡ESA MOO! o acepta la realidad y lo que siente... o haber qué hacemos, porque ese pobre niño nada más anda de a zombie, y Hagen casi le rompe la suya xD

    Ya necesitaba algo de este fic... que sigo esperando para ver cómo avanza :( Ojalá y pronto continúen las publicaciones... ¿Verdad que sí, Zaybet? :´(


    Qué bonito, Zay! Gracias! <3


    S.K

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  2. Hola Zaybet, soy uno de los administradores de Acompáñame y acabo de recoger tu relato para insertarlo en el libro que haremos con todos los participantes.

    EStá muy bien.
    Un abrazo y gracias por tu aporte

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Gracias por tu madness.

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